animado cartas para ti

martes, 15 de julio de 2014

Carta A Mis Maestros...

Querido Profe... 
Hoy he encontrado una oportunidad para llegar a ti...
 Tu que estás conmigo desde que comienza mi día y compartes los primeros y mejores años de mi vida, caminando a mi lado, siendo testigo de las muchas veces que he reído y llorado, cuando he caído y he logrado las metas que me he trazado; me has visto esforzar y otras veces acomodarme quizás dejándome llevar por tantas cosas que me ofrece el mundo y otras que me exige la sociedad. Has estado ahí en mis momentos de luz y de oscuridad cuando me he sentido cansada y cuando no he sabido dar respuesta a lo que me das.

Te veo cada mañana entrar al salón, caminar de un lado a otro, sentarte, explicar, evaluar y muchas veces me pregunto, qué pasa por tu mente? qué piensas de mí? Quisiera que no solo me enseñaras y me llenaras de contenidos, los cuales sé que son necesarios para mi vida; desearía más conocer lo que tu corazón muchas veces esconde por temor a mostrar tu humanidad, lo que hay en ti, lo que piensas, lo que sientes, tantas cosas que estoy segura me enseñarían mucho más.

No quisiera recordarte como el maestro regañón, al que le gustaba rajar; ni tampoco como el que nos dejaba hacer lo que quisiéramos, para ganarse nuestra aceptación; quiero recordarte como aquella persona que caminó conmigo, del cual mucho aprendí, porque me enseñó aplicar cada contenido con mi realidad; ese que vio más allá de mis errores o mis buenas calificaciones y no me rotuló nunca cuando me iba bien o cuando me iba mal; ese que se preocupó por mí, que me preguntó muchas veces por qué no hice la tarea, si dormí bien o si comí, si en mi casa las cosas están bien o mal... ese que más allá de limitarse a dar una clase y calificar, se dio la oportunidad de conocerme un poco más y con ello me enseñó a descubrirme a mí misma y aprenderme a valorar.

Ahora, que estoy en una de las etapas más difíciles de mi vida, en la que tengo que aprender a tomar decisiones y valerme por mí misma, te pido que no dejes de ser Mi maestro, no pienses que estoy muy grande o muy pequeña para entenderlo, yo te necesito no como verdugo ni compinche, sino como mi amigo , creo en todo lo que me dices muchas veces hasta más que otras personas que también están conmigo, por eso para mi es importante tu opinión y que de igual modo me escuches cuando quiero expresarte algo, que no digas que ahí vengo otra vez con lo mismo, para mi es importante saber que te interesa lo que pienso, siento y digo, que lo tienes en cuenta y lo valoras así tal y como lo hago contigo.

Sé que muchas veces no me he comportado bien o no te presto atención, no valoro lo que me das y hasta pienso que eres muy cansón; no dejes nunca de exigirme que entregue de mi lo mejor, no me temas ni te prevengas, tu eres el adulto, el que tiene el control; estoy segura que con creatividad, responsabilidad, sabiduría, paciencia, disciplina y mucho amor, todo será distinto y tu clase será lo mejor; me ayudas a hacer de lo más difícil lo más bello. Yo sentiré que he aprendido y tu experimentarás el gozo de entregarlo todo en el salón.

Con todo esto y por sobre todas las cosas quiero que sepas que eres muy importante para mí; que te quiero y admiro, te agradezco todo lo que has hecho, haces y seguirás haciendo por mí, eso nunca lo olvidaré, porque la obra del Maestro, queda grabada para toda la vida y es lo que nos llevamos para el resto del camino. Tú más que nadie sabes que lo que te digo es cierto, porque también en tu vida, has tenido Maestros esos que recuerdas por el dolor y las angustias que te causaron y a aquellos que siempre mencionas por todo lo que con su vida te enseñaron... Gracias de todo corazón querido profesor y que Dios te bendiga...

Tu estudiante...
MACAVAKA
(Colegio Eucarístico de Santa Teresa - Cartagena- Colombia)

Disponible en: http://oritunalmagigante.blogspot.com/2008/04/en-un-compartir-y-reflexionar-con.html

Carta A Mi Maestro, Por Xun Betan

Indio soy
que danzo sobre mundo.
Indio que sabe volar,
indio que sabe amar
A mi maestro Bartolo
Fue en los últimos días de junio, casi al salir a las vacaciones del fin de año escolar. Cursaba yo el quinto grado de primaria, y mi maestro era un señor de nombre Bartolomé, de los nombres más comunes en este pueblo, como Juan y María.

Este maestro lleva el nombre del Santo Patrono del pueblo (San Bartolomé de los Llanos) y creo que eso le hacía sentirse muy especial para humillar a los niños indios del lugar. Fue mi maestro por desgracia o por fortuna. Él tiene un gran odio y rechazo hacia mi cultura y mi gente: quizás por no ser como él, un kaxlan. Tal vez el problema es que somos diferentes a ellos, pero no sé en verdad.

Siempre se sentía ofendido al verme en su salón de clases. En esa ocasión mi calificación en el examen fue mejor que la de su hijo, que lamentablemente era mi compañerito de salón. Por ello mi maestro se sintió más ofendido de lo normal y con todo el desprecio y coraje de su corazón me dijo: “Los indios sólo son buenos para trabajar, así que toma la escoba y ponte a barrer”. Esas palabras nunca las he podido quitar de la mente, pues fue algo muy humillante, siendo yo un niño de tan sólo 10 años. Me sentía tan impotente, tan débil, tan miserable de no poder hacer nada, ni decirle nada a un mandamás que tenía todas las espadas y el puñal a su favor. Niño humillado, ¡qué terrible! Y más cuando te avergüenzan de lo que eres, de tu cultura, de tu identidad, de lo que eres.
Después de este suceso entendí que yo no quería ser así, que no quería ser como ellos, como algunos de mis compañeros ladinos que se burlaban de mí, del mismo modo que lo hacía mi maestro cuando le apetecía para desquitar su coraje. Es el mismo desprecio que sufren frecuentemente mis hermanos en el pueblo, siempre humillados y maltratados por los muchos ladinos, y más cuando no hablan el castellano o cuando los comerciantes se aprovechan y les cobran el doble del precio de sus productos porque mis hermanos no saben contar. Muchos ladinos su único interés, es hacerse ricos.

Todo eso me llenó a tal grado de tristeza, que un día, tan confundido, después de lo ocurrido, acompañaba yo a mi madre al mercado y en la calle le dije que no me hablara en tsotsil. Yo con un nudo en la garganta y lleno de vergüenza de mí mismo, me atreví a decírselo. Ella después de un momento y con lágrimas en los ojos me preguntó: ¿Por qué? Yo le contesté: “Porque mi maestro y mis compañeritos de clases siempre me dicen cosas feas en el salón”. Entonces mi madre respondió: “No tienes que cambiar, sólo hay que seguir tolerándolos. Espérate un poco más, que tú crecerás”.

Las palabras de mi madre, llenas de sabiduría, me ayudaron mucho. Así como ella me dijo “Crecerás”, también me llenó de tanto valor, amor y alegría que hasta la fecha no puedo olvidarle. Y hoy que se cumplen varios años ya de lo sucedido, me atrevo a dedicarle estos versos a mi grandioso maestro:
¿Quién eres tu?
Soy Xun y soy indio:
eso me han dicho siempre los kaxlanes.
Ahora lo digo con orgullo,
y es sólo para demostrarles
que nosotros somos más tolerantes
ante su brutal ignorancia.
Ser diferente a ellos
es una gran dicha para mí…!
Indio me dijeron siempre
por ser diferente,
pero valor y orgullo
me ha  producido.
Amor y encanto tengo
de tan colorida cultura
llena de flores y sabores.
Indio me dicen,
pero amar sé.
Indio soy
y no me satisfacen
ni me llenan
sus políticas mentirosas.
Indio soy
y no bebo sangre
para ganar fortunas.
Indio soy
y no me llenan los colores
de sus modas.
Indio soy
y brillo con la luz de la luna
nuestra madre
y vuelo con la luz del sol
nuestro padre.
Arco iris soy
como el tejido de hermosos trajes.
Canto soy
con el sonido de bellos idiomas.
Indio con misterio y sueño.
Indio soy
que danzo sobre mundo.
Indio que sabe volar,
indio que sabe amar
ento
nces soy indio de verdad.
Escrita por: Xun Betan